LONDON LORCHA Es difícil encontrar un punto de partida; sin importar la ocasión, tomar una decisión se puede convertir en una de las actividades mas agobiantes que tienen que hacer los seres humanos. Todo nace de una decisión, y todo transcurre gracias a una decisión. Eso puede ser espeluznante, especialmente para una ‘flaca’ limeña de 18 años que ha decidido, irse a estudiar arte fuera. La decisión de aplicar en otras fronteras y empezar un nuevo capitulo en tu vida le puede sonar a gloria a cualquier persona cansada de una vida monótona y segura. Especialmente si vienes de una pequeña ciudad bordeando la costa del Pacifico donde, si bien se muestra ante el mundo como capital gastronómica y destino exótico, puede ser altamente encapsulante para los que habitan en ella. Para la escena de juventud, una mirada hacia el extranjero ha sido motivo de varios despegos de jóvenes que deciden abandonar la certeza de un plato de chaufa en su casa y viajar a vérselas por las suyas.
Llegue a Londres un 28 de Agosto del 2013. Aterricé en una atmósfera un tanto distinta, un aire seco, un orden impecable, un acento ajeno y un clima que hace desear estar de vuela en la panza de burro. Si bien no era el caribe, había aterrizado en una de las ciudades más magníficas del mundo, donde iba a estudiar la carrera de mi sueños y me convertiría en la siguiente promesa del arte contemporáneo (ja ja). Sin embargo no tenia ni la más mínima idea de lo que esta ciudad tenía preparada para mi. Entrando a la universidad me di cuenta de varias cosas. Primero que no es Arte en la Católica. Los ingleses, por lo menos los de la universidad de Central Saint Martins, han optado por la formula legendaria: El joven aprende por sí solo, mediante ensayo y error. Aprendí que a la hora de dejar proyectos los alumnos se ven absorbidos por las posibilidades que tienen para atacarlo, acá no hay nadie que no quiera estar ahí, nadie es obligado a ir a clases, sin embargo siempre andan llenas.
Me di cuenta de que cada uno baila con su propio pañuelo, sacando dientes por ojos si es necesario. La competencia es bárbara y el talento también. Eso por su puesto puso un tsunami de presión en mi, ya que me di cuenta que en Lima me habían malacostumbrado dándome todo en bandeja. Me empecé a rodear de amigos y conocidos que de por sí ya eran ‘alguien’ en la industria, como Dom Sebastian, que acaba de sacar una nueva línea de su marca (chekéenla), William Dalton, ya músico y futuro director de cine. Fue así como me di cuenta poco a poco de las ventajas que traía estar en una guarida de leones. Indudablemente el bicho te llega a picar y empiezas a admirar a tu competencia y querer alcanzarla. Tienes la inspiración de tutores que han publicado libros y son reconocidos ilustradores o diseñadores gráficos como Fred Deakin o Craig Bruston. Egresados como David Pierson, Alexander McQueen, y Lucien Freud. Identidades que han caminado por los pasillos de mi universidad y han dejado un legado bien alto.
Es por eso que quiero estar acá estudiando arte, porque trae consigo una ola de posibilidades y temas que surgen por donde quiera que vayas. Sin querer queriendo uno es enamorado de la libertad de esta ciudad. Los pelos, los tatuajes, la cantidad de barbas y mostachos, los temas de conversación, las miradas, las reuniones en pequeños bares y sobre todo el acceso inimaginable que hay hacia el arte. Arte en Londres no significa solo una exposición, significa ver Parcilfal de Wagner, la retrospectiva de Jean Paul Gaultier, la primera exhibición de Thery Noir, gozar de Devendra Banhar y Ricardo Villalobos en vivo, todo esto a la quinta parte comprando una entrada de estudiante. Como comprenderán estaba echa una niñita en Disneylandia, sacándole jugo a cada juego y tomándome fotos con los personaje que pudiese.Esto trajo consigo algo esperadamente inesperado, que fue el inevitable sacudon de la independencia. Espada de doble filo que había estado buscando hace ya mucho tiempo y que me dio buenas, malas y peores caras. Abrir tu cuenta de banco, pagar luz, agua, calefacción, aprender a cocinar, racionar tu dinero y balancear todo esto yendo una universidad completamente nueva. En una ciudad gigantesca donde no tienes idea cual es el nombre de la calle del costado, es indudable que la cosa se vaya a poner un poco peluda. Estas responsabilidades las viven muy pocos adolescentes en Lima que, si bien logran tener una independencia, la mayoría de veces van a tener a alguien que les abra la puerta de su casa si se han olvidado la llave. Aprender a tomar buses y acostumbrarme a sufrir las consecuencias de llegar tarde fueron algunas cosas que marcaron mis primeros meses en el Reino Unido; estas luego escalaron, a quedarme sin plata una madrugada de Londres y hasta perder un tren a Edimburgo (fack). Sin embargo todas estas malas experiencias se nublan por el cariño que le vas agarrando a tu nuevo estilo de vida. La independencia que si bien al comienzo es tu profesor mas estricto, se vuelve la causa de tu avance.