En lo absoluto, no tengo la necesidad de justificar o ni siquiera definir el perfil de mi obra. Mi predilección por el videoarte se debe a que se trata de un medio que me otorga una serie de herramientas que me permiten manipular la atención y expectativa del espectador revelando y ocultando elementos de la obra continuamente. Sin embargo hay otras técnicas que me brindan otra serie de beneficios que disfruto muchísimo durante el proceso creativo. En todo caso no considero que se excluyan mutuamente.

 

 

 

Para nada. Varias meces me he planteado realizar un largometraje ya que me atrae mucho la idea de trabajar alrededor del lenguaje que te permite una proyección con las dimensiones de un auditorio. No obstante, la idea del cine comercial implica la manipulación del contenido con el fin de una retribución económica y eso nunca me ha llamado la atención.

 

 

 

 

 

 

Creo que la temática siempre es la misma pero es abordada desde distintos ángulos. Me interesa la condición humana, el psicoanálisis, los conflictos de género, las estructuras de poder y la idiosincrasia del arte contemporáneo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Creo que ambos roles son indesligables ya que el aprendizaje artístico lo asumí desde muy joven. Pero la influencia no solo provino de mi padre sino también de mi madre, una artista que tuvo mucha actividad durante esos años. Pienso que mi padre me ayudo a formar una visión más analítica frente a la apreciación del arte mientras que mi madre influyo en el aspecto introspectivo del proceso creativo. Dicho esto, creo que esta influencia es tan solo una parte de la ecuación e importa mucho el interés personal. Un ejemplo de ello son mis hermanos, quienes recibieron la misma crianza que yo y sin embargo no tienen ningún vínculo con el arte.