No sería quien soy, mis amores, si es que no hubiera vivido tan a flor de piel mi juventud (ojo que yo sigo en los primeros 45'). Como una cucarda, fui envuelta en aquellos años que añoro por vivencias y presencias sublimes...y letales. Es así que, indefectiblemente, varios discos sirvieron de armonía y pleno acompañamiento a ese esplendor mío en mis años loquísimos de frenesí. Y tal vez, porque se me están cayendo las tetas de a poquitos, en vez de recurrir al bisturí, pondré play en mi viejo radio Goldstar y a forro (o sin forro, como tu lo desees jajaja) dejaré transcurrir aquellos álbums en los que me veo sonando aún como una bebita. Así que me abro y te entrego en estos diez discos mi juventud. He dicho.
10. Los Enanitos Verdes – Los Enanitos Verdes (1984)
Cuando llegaron por primera vez a Lima, la verdad que me parecieron un poco pavos Los Enanitos Verdes. Sin ese no se qué que hace del Rock And Roll ese ajicito que a una chiquilla tan loca la pone. Por eso, ni siquiera me tomé la molestia de ir a verlos a su concierto. Pero ¡qué tal Inka-Cola en pleno desierto fue para mí este álbum, cuando le di una oportunidad al encontrarlo en el fondo de una ruma de nuevos lanzamientos a bajos precios en mi disquería favorita de aquellos tiempos! Efervescente como un caramelo Soda Mix de naranja, lo suficientemente entretenido para disfrutar del rato, increíblemente heavy guitarrero en algunos surcos, y sí, porsupuesto que también con ese encanto sencillo y dulce de aprendíz de enamorado en sus más reflexivas baladas. Igual que cuando te deslumbra un escolar encantador y te sientes una robacunas, así me sigo sintiendo yo cada vez que vuelvo a este gran primer esfuerzo de Los Enanitos. Una obra singular y eternamente fresca para un oído desprejuiciado.
9. Los Gatos Salvajes – Los Gatos Salvajes (1965)
Qué ganas de amar tan grande, la que tienen estos añejísimos temas de la que fuera la primera banda del gran Litto Nebbia (luego vendrían Los Gatos a secas). Un fernet invalorable de estos intrépidos muchachitos de Rosario, que tuvieron los cojones y la destreza suficiente para dar rienda suelta a todo el vendaval de emociones que llevaban dentro a tan corta edad, en un inmejorable Rock And Roll cantado en castellano ¡Chibolos pioneros, caracho! Yo les hubiera lanzado mi brassiere de haber tenido la dicha de verlos en vivo en aquellos años en los que ni siquiera mis papitos se habían conocido.
8. The Speakers – En El Maravilloso Mundo De Ingesón (1968)
Dentro del idealismo propio de la juventud y toda la esperanza que, cuando estamos tiernitos, le ponemos a las cosas para no continuar un modelo gastado y opresivo, tiene que estar, definitivamente también, la imaginación libre de parámetros que nos permita jugar pichanguita con nuestra existencia, para llevarla no solo a ser mejor sino más paja. Y eso es lo que a mí me enseñó este ivalorable disco psicodélico proveniente del hermano país de Colombia. Los Speakers, juglares de desmedido sarcasmo, que en este, su trabajo más demente, te hacen dar cuenta que la vida es mucho más que una sola realidad aparente, y que si pasas de los 17 con tu niño interior muerto... pues estás frito, pescadito.
7. Maldita Vecindad Y Los Hijos Del Quinto Patio – El Circo (1991)
A mí que no me vengan a decir los chiquilines y chiquilinas de ahora, que ser jóven en estos tiempos es complicado..... ¡Ni hablar, pues! Se nota que no vivieron la tragicomedia que fue ser una imberbe en aquella era siniestra en la que en Lima la tecnocumbia, la pestilencia multicolor de los periódicos chicha y los talk shows televisivos, pugnaban por hacer de nuestra generación un nido de cobras encantadas por un corrompido faquir japonés hambriento de todo el poder. Por suerte, no todos logramos ser amaestrados por los que nos querían someter a ser atracción fácil de un circo hecho a la medida de sus ambiciones menos artísticas. El Circo de Maldita Vecindad fue mi pulsión musical a turbo en aquel tiempo infame.
6. Los Bunkers – En Vivo (2007)
A inicios del nuevo milenio, y salvo algunas obras recientes de mis viejos héroes sudacas (Como El Salmón de Andrés Calamaro), para mí toda esperanza en alguna nueva fuerza rockera que emergiera del subsuelo nuestro como un súbito brote de calientísima lava, parecía simplemente imposible. Hasta que sintonicé a esto chilenos maravillosos en MTV, y oí su propuesta, tan atemporal, con un sonido tan deudor de los sesentas y bellísimo romanticismo de balada latinoamericana, que sencillamente quedé rendida. Por influencia de ellos, aprendí también a admirar a los grandes cantautores chilenos (a los que ellos constantemente rinden reverencia) como Victor Jara, Violeta Parra y Los Ángeles Negros. Y vaya que fue un motivo de fuerza para observar con renovados ojos de amor al vecino país del sur, la aparición sorpresiva y tan llena de identidad y esperanza de estos muchachitos (hoy ya hombres consolidados), que si bien tienen discos súblimes y fantásticos por sí solos, despliegan en este directo (realizado para la grabación de un DVD) sus alas con un esplendor adolescente tal, que sin duda será para quien lo escuche uno de los más alentadores y reconfortantes cantos para la vida.
5. Os Paralamas Do Sucesso – O Passo Do Lui (1984)
Por más que Charly diga en uno de sus más inmortales temas que "la alegría no es solo brasilera", lo cierto es que a él mismo la aparición en el panorama musical de nuestro continente de esta extraordinaria banda canarinha, le abrió nuevas puertas que luego exploró a totalidad, invitando a participar al mismo Herbert Vianna (compositor principal de Os Paralamas) en discos tales como el ahora mítico Cómo Conseguir Chicas. Y si pues, Los Guardafangos Del Éxito no fueron nunca sinónimo de la misma tonadita de "País tropical" sonando mientras tú chupas tu piña colada en tu verano de amor con Julinho. No. Esta banda de arrebatados recontra ávidos de nuevos látidos, que impactaran por su dinámico equilibrio de diversión, reflexión y harto corazón, marcaron un antes y un después en aquel cambio generacional que ya urgía en el clamor juvenil brasilero tras la histórica explosión setentera del Tropicalia. New Wave pleno, revitalizante Ska e inolvidables baladas Pop-Rock, es lo que ofrece este segundo disco de este trío inolvidable que por aquel momento destilaba la más irresistible sangre jóven de nuestro continente. Y, como tenía que ser, falando orgullosos su portugués tan lindo, los conchas.
P.D. Los atentitos se habrán dado cuenta ya del 'camote' que les tengo a Os Paralamas Do Sucesso, pues no es la primera vez que los menciono en uno de estos, mis sabrosos recuentos.
4. Three Souls In My Mind – Oye Cantinero (1972 )
Antes de que el continente entero y balnearios conociera a aquel ronco de mierda que nunca llegará a ser mayor de edad mientras rocanrolea con su polito de la Virgen de Guadalupe, Alejandro Lora era solamente un chibolo de la calle, que descargaba su furia de vivir amputado de libertades a causa de la dictadura de Díaz Ordáz, junto a sus amigos haciendo el blues más honesto que podía haber en todo el D.F. Buscando maneras de pasarla un tantito mejor, sintiendo en las entrañas unas imperiosas ganas por conseguir una chavita o un chavito digno para merodear juntos los linderos de Don Sata, a la vez que dándose el tiempito para honrar como se debe a un viejo héroe de la guitarra, es lo que este disco, concretamente, me ha ofrecido a mí en situaciones en las que quiero reunirme con mi mancha para mataperrear como antes, como siempre.
3. Virus – Wadu Wadu (1981)
Todas las ganas de acabar con gusto, brillo y excitación una década llena de miedos y penas, es lo que tienen para brindar estas florecillas radiantes que son los Virus. Y logran transmitirlo a topes hipersensoriales i-ni-gua-bles. Nomás tienes que escuchar todo lo que tienen para decirte y justo a continuación, empezar a sacudir el cuerpito de abajo para arriba.
2. Ratones Paranoicos – Los Chicos Quieren Rock (1988)
Riesgos. Fortuna o miseria a causa de una áspera noche de alcohol. Lo que los chicos quieren , lo que los chicos y las chicas demandan : El Rock And Roll y punto. Estamos ante la que fue una de las primeras secreciones de lactitud (sí, hablo de amplitud láctea) stone en el continente, y vaya si nos recontramojó de veras a quienes morimos y matamos por el inconfundible estilo de la más grande agrupación que ha habido en la historia! Y es que ennumerar las veces que me he ido de avance con este tronco firme y dominador que es el primer disco de Ratones, solo podría ir a la par con todos los gatos techeros (mordelones más no fieles) que me han perseguido en esas noches de inicial fiebre.
1. Pedro Suárez Vértiz – No Existen Técnicas Para Olvidar (1993)
Y a mí la honestidad de todo lo vivido, llorado, sonreído, sufrido y desmayado con esta primera entrega de canciones que hizo Pedrito cuando se volvió solista, hace que me sea no solo imprescindible, sino, además, imbatible para mí -sobre cualquier otra música- cuando se trata de ponerse a recordar a qué sabe ese bendíto néctar -al que todos deberíamos recurrir cuando nuestra vida se vuelve demasiado espesa- llamado juventud. Mi recorrido completo de ese viaje está aquí. Y no creo ser la única. Por eso -entre otras cosas- a Pedro lo queremos tanto quienes lo queremos.