La suspensión de un instante detenido en el tiempo, su sola búsqueda, rememora la existencia de un pasado remoto desconocido, inhóspito, insospechado. Puede ser mágico, fantástico e incluso en ruinas, pero a la vez evidencia la existencia de un mundo desconocido del cual solo reconocemos sus rastros, su forma abstracta, el color tenue en algunos casos y sobre todo oscuros con haces de luz puntualizada en detalle.
Con estos puntos mencionados encontramos la obra de Szyszlo en su incansable búsqueda de formas y atmosferas, tildados con luz y muchas veces con formas totémicas quizás basada en alguna cultura prehispánica propias del país, de donde pudo tomar cosas de su interés, transformándolo a su criterio, apropiándose de un lenguaje místico y ancestral. Y por la modernidad en la que se encuentra tendiente siempre al universalismo que demanda la realización de sus obras, encontrando originalidad e identidad propia.
Su obra demanda una mirada profunda que nos permite interpretar el misticismo, lo totémico, lo sagrado y eterno, para construir un espacio basado en la limpieza de sus formas llevadas a un espacio virtual que nos permite ingresar y conocer el mundo de Szyszlo.
